Y este junio, ese abrazo es para papá.

No importa si es de los que disfrutan un carajillo bien hecho, un cóctel con historia o una copa de vino al atardecer. En Columba hay un rincón, un brindis y un momento esperando por él. Desde las escaleras con candados —símbolos de promesas, recuerdos y vínculos que trascienden— hasta las noches con música en vivo que te acarician el alma, todo aquí está pensado para conectar.

Cada bebida cuenta una historia. Acapulco, por ejemplo, sabe a vacaciones con tequila, coco y jengibre. Zipolite es ideal para los papás con alma libre: mezcal, pepino, albahaca y piña. Y si lo suyo es lo intenso, Mazunte lo tiene cubierto con mezcal, jamaica, morita y sal de chapulín. También está Río, con maracuyá y hierbabuena; Ámsterdam, para los que aman lo frutal; Ibiza, si lo suyo es el whisky; y Ponts des Arts, ese guiño a París que mezcla gin con piña y naranja.

¿El consentido de la casa? El Carajillo Columba. Con espresso, licor de café, vodka y helado de vainilla. Un must para quienes se quedan a la sobremesa contando anécdotas con los ojos brillando.

Durante todo el mes de junio, los papás que nos visiten recibirán una cerveza, un cóctel o una copa de vino de cortesía con su platillo favorito. Porque celebrar a papá no debería durar solo un día.

Tráelo, acompáñalo, y regálense ese momento que muchas veces se pospone. Una charla sin prisa. Una comida con intención. Un brindis que diga gracias sin necesidad de palabras.

En Columba, el Día del Padre se vive con sabor, con corazón y con todo lo que no cabe en un regalo. Porque hay amores —como el de papá— que merecen su propio ritual.

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Fotos e información: Cortesía